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Toda instalación que presente un sistema de acondicionamiento de aire que permita el confort térmico, la renovación del aire interior, el control de contaminantes y/o regulación de la humedad ambiental, pueden ser considerados como instalación de riesgo. Así mismo, en dichas instalaciones, será necesario realizar revisiones de calidad del aire en el interior de edificios según el Reglamento de Instalaciones Térmicas en Edificios (RITE) modificado por el RD 238/2013 y aplicable en edificios cuya potencia térmica instalada no supere los 70Kw.

Tanto las unidades de tratamiento de aire como los conductos asociados a éstos, pueden suponer un riesgo de proliferación de microbiología así como de partículas en suspensión que pueden dispersarse por las diferentes dependencias por las que se suministra el aire, suponiendo un riesgo para los usuarios que respiran ese aire.

Hay diferentes tipos de unidades de tratamiento de aire, así como diversos tipos de conductos. Los conductos más comunes son los metálicos y los de fibra de vidrio, siendo estos últimos más problemáticos por ser susceptibles al desprendimiento de fibras de vidrio, así como por tener mayor riesgo en la proliferación de microbiología.